Ya estamos inmersos en época navideña. Mucha gente viaja al extranjero para celebrar esta fiestas bien sea por Nochebuena o por Nochevieja. Ámsterdam recibe un buen número de turistas durante esta época, así como el resto del país de los tulipanes.
Por ello, os propongo celebrar la llegada de un nuevo año con una tradición típica holandesa: el chapuzón de Año Nuevo. Alrededor de 60 municipios de Holanda organizan esta actividad que consiste en echarse al agua (un lago, un río o una playa) a celebrar el comienzo de un nuevo año, en este caso, el 2016.
Así, el día 1 de enero, muchos holandeses se sumergen (al parecer sin problemas y pese al fresco tiempo) en las frías aguas del Mar del Norte. Todo un hito digno de verse y para los valientes incluso de probarlo en primera persona.
Esta tradición se remonta al año 1960, cuando un club de natación decidió empezar cada año dándose un singular chapuzón en las frías aguas del mar. Además, el chapuzón de Año Nuevo atrajo la atención de todo los Países Bajos cuando una famosa marca de sopa apostó por este evento al patrocinarlo y promocionarlo. Desde entonces, la cantidad de participantes y los lugares donde uno se puede bañar han crecido de forma exponencial año tras año.
De todos modos, hay que ser algo osado para atreverse con el frío chapuzón de Año Nuevo, sin embargo se trata de una forma tan curiosa como inolvidable de arrancar un nuevo año. Eso sí, si uno es muy friolero, esta actividad no es para él.
El chapuzón con mayor número de participaciones tiene lugar en la playa de Scheveningen, donde alrededor de 10.000 personas se zambullen en el mar cada año por estas fechas. También vale la pena acercarse hasta la orilla para ver el espectáculo de estos valientes que desafían el frío para bañarse en pleno mar.