En el siglo XVIII se llevó a cabo el tercer ensanchamiento de la ciudad de Amsterdam y se planificó la construcción de tres islas artificiales sobre el Ij que servirían para alojar los astilleros y las instalaciones portuarias, como los almacenese para guardar la carga de grano, tabaco, vino, sal, arenques, anchoas brea que llegaba en los barcos de tierras lejanas.
De ahí que muchos de los canales de las islas tengan hoy nombres como Zoutkketsgracht (barraca de sal), Bokkinghangen (arenque ahumado colgando), Nieuwe Teertuinen (nuevos jardines de brea) o Silodam (la presa de Silo). En una de las islas se instaló y funcionó durante años la industria tabaquera BATCO.
Muchos trabajadores de las fábricas y los astilleros se instalaron en las islas. Antes de la Segunda Guerra Mundial, los astilleros y el resto de edificios industriales se trasladaron a las afueras de la ciudad y las islas quedaron prácticamente vacías.
Después de la guerra, este terreno se convirtió en un sitio atractivo para construir un nuevo barrio en el centro de la ciudad. El primer cambio se produjo al rebautizar las islas que hasta entonces tenían nombres tan simples como funcionales: la isla de enfrente, la isla del medio y la isla de atrás. Hoy se las conoce como Bickerseiland, Prinseneiland y Realeneiland.
En ellas se ha instalado artistas, músicos, artesanos y artistas conocidos, por lo que se han convertido en la zona más chic de la capital holandesa. En algunas de las islas aún pueden contemplarse las viviendas originales, aunque la mayor parte de las construcciones se han rehabilitado y convertido en apartamentos.
No resulta extraño encontrarse con un director holandés en pleno rodaje de una película en alguna de las calles de estas islas, donde los mejores artistas holandeses parecen haber encontrado su inspiración. El día de Pentecostés, todos los artistas abren al público las puertas de sus talleres, gratuitamente, para mostrar su obra.
Foto vía Nieuwbouw Wrizer