Moverse en coche por Amsterdam

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No recomiendo usar este medio de transporte en Amsterdam ya que encontrar aparcamiento es complicado y también muy caro. Además, si os pasáis mínimamente del tiempo establecido en vuestro parquímetro, impepinablemente os pondrán un cepo o vendrá la grúa con una fuerte multa.

Si habéis llegado hasta aquí en vuestro vehículo os aconsejemos que lo guardéis hasta que os vayáis de Amsterdam. Una opción interesante es dejarlo aparcado en las afueras de la ciudad, en algún sitio que tenga una buena comunicación con el centro por medio del transporte público. No tiene porque tomaros más de 15 minutos llegar hasta allí.

En las zonas més céntricas y estrechas de Amsterdam es obligatorio circular a una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora. Hay zonas marcadas para no sobrepasar esa velocidad. En el resto de la ciudad el límite se ha puesto en los 50 kilómetros por hora. En las carreteras se debe circular como máximo a 80 kilómetros por hora, y a 120 kilómetros por hoa en las autopistas.

Por otro lado, el tráfico procedente de la derecha tiene preferencia, salvo si se indica lo contrario. Los coches deben ceder el paso a los tranvías, a los peatones en los cruces señalizados y cuando vaya a girar a la drecha, a los ciclistas que vayan en esa dirección. Es obligatorio usar el cinturón.

Además, no hay que dejar nada que llame la atención dentro del coche como radios, máquinas de fotos, maletas, etc. Los amigos de lo ajeno no pierden la oportunidad.

Amsterdam cuenta con bastantes aparcamientos. Por ejemplo, en Centraal Station; en la plaza que está junto a la Bolsa (Beursplein); muy cerquita de la Estación Central, en los almacenes De Bijenkorf; en las calles Rokin y Damrak; en Waterlooplein; en el Parque Zoológico, etc.

Por último, otra de las pecularidades de Amsterdam es el considerable número de coches que acaban dándose un chapuzón en los canales. Si os fijáis, veréis unas tímidas vallas que defienden el límite de la calzada de la caída del agua. Estas barreras han sido colocadas por las propias compañías de seguros.

Foto vía No puedo creer