Cuando uno viaja a Amsterdam conviene que conozca una serie de aspectos sobre las drogas y la prostitución. Así se evitará cometer errores graves o meterse en un serio lío.
1º. Las drogas:
Se puede fumar y comprar hierba y sus derivados en los coffeeshops, en domicilios particulares y en parques o lugares retirados siempre y cuando se haga con cierta discreción. Hay que aclarar que el consumo de drogas blandas en Holanda esta tolerado y no legalizado.
En cuanto a las drogas duras, no existe tolerancia, se castiga con dureza su tráfico y su consumo. No hay que mostrar interés por las ofertas de los traficantes que inundan el Barrio Rojo; lo más probable es que quieran timarnos o atracarnos, y por supuesto no hay que tener la más mínima intención de sacar drogas del país.
En relación a los famosos champiñones mágicos de las tiendas de Smart drugs («Drogas inteligentes») se han convertido en los últimos años en la droga favorita de los turistas.
2º. La prostitución:
Está legalizada y permitida en los locales autorizados, desde que en 1999 se aprobó una ley que erradicó el proxenetismo e incrementó los controles sanitarios.
Las prostitutas no hacen la calle sino que trabajan en clubes o se exponen en escaparates cuyas cortinas cierran cuando están ocupadas. Hay una 5.000 mujeres censadas ejerciciendo este oficio en Amsterdam.
Trabajan en equipo las 24 horas, están sindicadas, pagan impuestos y ofrecen sus servicios con total garantía de profilaxis. Intentar fotografíarlas en los escaparates puede provocar incidentes desagradables.
Los interesados deben saber que una prestación sexual básica sale por unos 45 euros y que la prostitución no está restringida al Barrio Rojo ya que se ejerce en otras zonas, como en Zeedijk.
Por último, la prostitución masculina no se manifiesta de forma pública. Se ejerce en clubes especializados, en locales gay o en zonas sórdidas, frente a Centraal Station de Amsterdam, sin demasiadas garantías de que se trate de sexo seguro.
Foto vía A24.com
